Mapuches
Los mapuches (mapudungun: mapuche, 'gente de la tierra' ) son un pueblo indigena originario de la zona centro-sur de Chile, que a comienzos del siglo XIX se instaló en el sudoeste de Argentina conquistando a los nativos y tehuelche het. Se les conoce también como araucanos, denominación que genera rechazo por parte de algunos y que predomina en la historiagrafia, para el período que abarca desde los primeros contactos con los españoles hasta el siglo XIX aproximadamente.
Cultura
Dibujo de un trapelacucha, adorno pectoral hecho de plata y utilizado traducionalmente por mujeres mapuche.
Su cultura se basa en la tradición oral. La conducta social y religiosa estaba regida por el Admapu (conjunto de antiguas tradiciones, leyes, derechos y normas). Su idioma es el mapudungun, una lengua aglutinante que hasta ahora no se ha relacionado de modo satisfactorio con ninguna otra.[82] Como deporte tradicional tienen la chueca o palín, un deporte que se presenta más o menos parecido al hockey, y en otros tiempos también al linao, especialmente entre los hulliches.
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Religión mapuche
Las creencias del pueblo mapuche y su mitología se refiere al mundo y criaturas nacidas de las extensivas y antiguas creencias religiosas, junto a una serie de leyendas y mitos que son propios y comunes a los diferentes grupos que componen a la etnia Mapuche (Mapuche, Huilliche, etc).
El pensamiento espiral indigena y Occidente
Véanse también: Tiempo cíclico, Ñuke Mapu, Tiempo lineal, Monoteísmo, Zoroastrismo, Judaísmo, Cristianismo, Catolicismo y Sincretismo
El tiempo cíclico es el modelo de pensamiento de los pueblos indígenas, presente en la cultura del pueblo Mapuche, que es la alternativa al modelo de pensamiento lineal diseñado por el racionalismo de Europa, y el Positivismo, el que ha impreso el modelo mental existente en el mundo occidental por los últimos 400 años.[1] El tiempo lineal que corresponde a una revolución filosófica judía basada en el Zoroastrismo se presenta como oposición a la teoría del tiempo cíclico. Su manera de entender el tiempo fue fundamental para el desarrollo de occidente y lo que conocemos como modernidad.
Debido a ello, desde el mundo indígena se señala que "Occidente ha negado permanentemente la existencia de una filosofía indígena, relegándola a la categoría de simple cosmovisión, folklore, o pensamiento mítico".[2] La interacción del pensamiento lineal con el cíclico se ha llevado a cabo por medio del Sincretismo; pero ésta interacción afectaría la esencia de las creencias mapuches, ya que cambia el fondo de su visión del Universo imponiendo una lineal.
Queltehue
El mapuche ha sido desde siempre un pueblo monoteísta, con una divinidad que ha creado a la naturaleza y dentro de ella al hombre dotados de alma y espíritu. La salud está relacionada con la religión; los deportes son competencias físicas con componentes religiosos; la guerra donde antes de la batalla las machi elevaban plegarias Sólo un pueblo de profunda fe puede tener la resistencia moral y luego física para soportar cerca de 700 años en guerra permanente con periodos menores de paz defendiendo su territorio; la guerra pone a prueba las máximas capacidades de un pueblo: capacidades de resistencia al dolor de perder a seres queridos, capacidad de soportar hambrunas; capacidad de adaptar su estructura social, etcétera. La sociedad chilena sabe del carácter religioso del mapuche pero no tiene conciencia real de cuán importante es ésta en la vida diaria familiar y social, ya que en las sociedades urbanas es posible “vivir momentos” religiosos en forma independiente de los momentos laborales, deportivos, familiares, etcétera.El mapuche ha basado durante miles de años su existencia en medio de la creación de Dios (naturaleza) y su adaptación a ella como parte integrante, y por ello que es inevitable y necesario que todo su quehacer doméstico y social lo realice comprometido con su creencia religiosa. El mapuche ha sido desde siempre un pueblo monoteísta, con una divinidad (ser espiritual superior) que ha creado a la naturaleza y dentro de ella al hombre mapuche dotados de alma (am) y espíritu (püllü). Cada elemento o ser de la naturaleza posee un dueño o protector (Ngen),
No adora, a la usanza de otros pueblos, a una imagen ni a persona (estatuas, ídolos, reyes, etc) ya que tiene una concepción muy espiritual. No requieren de imágenes que representen a la divinidad. El rewue (rehue) no es una imagen a adorar, sino que es una escala cósmica que permite que el o la machi en trance, gracias a la fuerza de toda su comunidad, pueda dejar su cuerpo en tierra (nagmapu) y traspasar con su espíritu la dimensión espacio-tiempo (wenu mapu) para encontrarse con los espíritus de los ancestros a quienes pide y recibe consejos para enfrentar determinada situación que preocupa a la comunidad.
Por la semejanza de un espíritu superior y la falta de imágenes, fue fácil a los misioneros católicos y protestantes evangelizar (enseñar el evangelio de Cristo Jesús) al pueblo mapuche que aceptó una religión que parecía contener principios similares. No ocurrió así con los incas, cuya religión era completamente diferente a la mapuche.Podemos ver que quienes abrazan la fe católica, protestante y otras similares, son profundamente religiosos y cumplidores de sus preceptos. Todo en la vida mapuche responde a dogmas de fe y su actuar es de gran profundidad religiosa. No puede existir el mapuche genuino que pueda ser ateo (que no crea en Dios). Todo mapuche que mantiene su cultura es intrínsecamente (desde lo más íntimo, profundo de su ser) religioso.
Lamentablemente la aculturación forzada por el Estado Chileno desde su dominio del territorio mapuche (wallmapu), ha provocado, entre otros malos efectos, la aparición de personas carentes de la necesaria religiosidad, que se agrava cuando éstas tienen condiciones de líderez y pretenden conducir los destinos de hermanos y hermanas mapuche. Es por ello, que desde la “Pacificación” definitiva (1883) dichos dirigentes no han tenido la misma fuerza de los antiguos líderes que representaban a un pueblo unido por una sola e inquebrantable fe.
Cuando los españoles llegaron a Chile se encontraron con un pueblo al sur del Itata al que llamaron araucanos. Para ellos, la guerra era la principal tarea masculina. Las mujeres realizaban las labores domésticas, se preocupaban de los cultivos y tejían.
Si debían enfrentarse a un enemigo, solían agruparse eligiendo a un jefe que los guiase y comandara, el toqui, quien mantenía ese cargo hasta que se lograba la victoria o se acordaba la paz. Peleaban con gran ardor, lanzando gritos e insultos al enemigo. Solían vocear sus nombres indicando al mismo tiempo las hazañas que les habían dado la fama. A los vencidos, en ocasiones, se les aplicaba una muerte ritual; a los buenos guerreros se les sacaba el corazón y lo comían en pedazos pequeños, en ceremonias religiosas. La paz se celebraba en una reunión donde, tras largos discursos, los bandos enterraban sus armas y plantaban un canelo.
Sus únicas instituciones de carácter público fueron las asambleas militares. Éstas tenían lugar siempre que se trataba de emprender una guerra; su convocatoria correspondía al lonko dentro de cada caserío. Pero si la cuestión involucraba a muchos caseríos, cualquiera de sus caudillos podía convocarlos a todos.
Primero reunía a los suyos y si decidían la guerra enviaban un emisario a los caseríos cercanos provisto de una flecha ensangrentada, que era entregada al lonko más próximo, quien, a su vez, la hacía correr hasta completar el círculo de los llamados a una asamblea general para decidir el asunto.
La asamblea se realizaba en medio de la selva, y al cabo de briosos discursos se designaba al jefe de la campaña, el toqui, que casi siempre era el que había demostrado ser el que tuviese más fuerza muscular y mayor elocuencia, o el lonko con más fama de valor y energía entre todos los caseríos.
Como armas disponían de arcos, flechas, picas o lanzas, mazas o macanas y laques. La más poderosa era la macana, que consistía en un trozo de madera dura y pesada (luma, boldo, espino, guayacán, etc.), de metro y medio de largo más o menos, gruesa como las muñecas de la mano; en su extremo inferior tenía una vuelta a manera de codo de una cuarta de largo, que se iba angostando hasta el remate que terminaba en filo.
Fiesta Mapuche
EL NGILLATÚN, FIESTA POPULAR DE LOS MAPUCHES
El pueblo exuda alegría. Y expectativa. Todos desplazan su fervor hacia el réwe, el poste sagrado. Hombres y mujeres, de pie o a caballo, acompañan a la machi, la sacerdotisa con su kultrún (tambor). Y entonces parpadean los primeros latidos de la fiesta, del ngillatún, acto sagrado, rito ancestral de los mapuches, llamados araucanos por los conquistadores. Mediante el ngillatún se busca rogar bienestar a Nguenechén, el Padre de todas las cosas. En esta primera palpitación de Fiestas populares en Temakel, nos asiste una doble satisfacción: primero, recordar en su riqueza simbólica y dignidad una festividad de una comunidad indígena que sobrevive en el desencantado mundo blanco; y, en segundo término, nos causa beneplácito poder presentarles un artículo de Rodolfo Casamiquela, gran investigador de los pueblos indígenas de la Pampa y la Patagonias argentinas. Durante décadas, un sostenido acto de amor lo impulsó a estudiar y difundir la lengua, los símbolos y la imagen del mundo de los tehuelches y mapuches, onas y querandíes. Un pequeño acto de reconocimiento a su labor le tributamos desde aquí a Don Rodolfo, uno de los pocos hombres blancos conocedores de las amplitudes poéticas de la lengua mapuche.
Ahora le ofrecemos un artículo originalmente publicado por una revista cultural de la Provincia de Río Negro, en la Patagonia Argentina, donde Casamiquela recrea, a través de su investigaciones de campo, el rito festivo por excelencia de la orgullosa nación mapuche.
Vestimenta
“Vestimenta tradicional Mapuche”
Originariamente, el hombre usaba vestidos y cueros de animales, pero luego, producto de la domesticación de los animales del lugar, vicuñas y guanacos, la vestimenta mapuche se creó alrededor de prendas tejidas. Las mujeres eran a quienes se les asignaba el trabajo del telar, quienes ejercían la tarea de hilar lana en todo momento. A tales fines, llevaban los implementos consigo en forma permanente y habitual.
Vestimenta Tradicional de la Mujer
Chamal: Es el paño fundamental;
de forma cuadrangular, tejido y liso. Es la prenda básica de la vestimenta de la mujer y del hombre. No tiene designación de sexo, pero la de edad puede deducirse por la relación proporcional: Tamaño-edad. La neutralidad de uso del chamal es anulada por el color, que determina su uso. Si es negro, lo ocupará siempre una mujer; y al no estar teñido, será de los niños y niñas; en los hombres no es indispensable el color negro.
Kepam: Éste debe ser negro, es el chamal de la mujer, ésta se envuelve en él, cubriendo su cuerpo desde los hombros hasta los tobillos. El kepam debe de un negro puro, tan intenso que logre los matices del azul. Color básicamente positivo, que representa a la divinidad sublime.
Música Mapuche
El clima inhóspito, la lucha para sobrevivir en una tierra cubierta durante meses por la nieve le dan a la música mapuche un carácter lastimero donde la pasión es cruel y desesperanzada. La pasión no puede expresarse ni siquiera a través del llanto o del amor. De allí la sencillez de sus instrumentos musicales y que la música araucana sea queja y angustia.
Utilizaban varios instrumentos musicales: cultrún, trutruca, pifilca, ñorquin, quinquer-cahue o violín araucano.
El canto sagrado del viento
Allá en las tierras del sur americano donde la realidad es mito y leyenda de antigua estirpe, los más viejos entre los viejos afirman que el padre - creador de la música es el viento. Y no les faltan razones, porque es cierto que allá curruf (viento) sopla su flauta en los pajonales, se vuelve trompeta en los remolinos, redobla como timbal, entre las piedras y el agua, y es manso violín en los cañadones largos y protegidos...
Dicen que en la lengua araucana no existe una palabra para designar la música. No hace falta. Los instrumentos musicales hablan por sí solos de su presencia en el pueblo y su cultura... ¿Cómo negarla cuando suenan el quinquercahue o la pifilca? Y aunque todavía no hubiera ritmos indígenas ni instrumentos, el viento-músico sí existiría, y seguiría dando notas para sus legendarios
Organización Socio-Política
Organización socio-política de los mapuches
Los mapuches se organizaban en una estructura denominada sociedad segmentada, que indicaba un conjunto de grupos congregados por el parentesco y el territorio, los que a pesar de compartir costumbres comunes no poseían una unidad política.
El núcleo de esta estructura social llamada tribuera el linaje, integrado por familias que descendían de un antepasado común denominado Pillán. El jefe civil de este linaje era el lonko, un hombre anciano que dirigía el grupo familiar. Sin embargo, el lonko no tenía poder para mandar ni hacerse obedecer; su labor consistía únicamente en aconsejar y solucionar los problemas que surgieran entre los parientes.
El linaje implicaba la posesión de un territorio propio, el que era delimitado claramente y resguardado de la intromisión de cualquier mapuche vecino. En él se ubicaban las familias extendidas, formadas por el padre, la o las madres, los hijos varones casados, sus esposas y vástagos. Una familia de este tipo podía ocupar de siete a ocho rucas. Los linajes emparentados entre sí formaban una agrupación mayor, que era dirigida por el cacique ocuraca, quien presidía las ceremonias religiosas y actuaba como juez cuando ocurrían desacuerdos entre miembros del linaje.
En situaciones de conflicto como, por ejemplo, una guerra, se designaba otro jefe para que los dirigiera, denominado toqui, el que perdía autoridad cuando finalizaba la disputa. Su insignia de mando era la clava, una especie de palo con empuñadura cuyo extremo opuesto representaba la cabeza de un pájaro.
Respecto de los territorios ocupados, los mapuches generalmente elegían para vivir las orillas de los ríos. Sin embargo, luego de la penetración española subdividieron sus territorios en distritos, repartidos en la costa, el valle central y la precordillera, a los que llamaronvutalmapu. A su vez varios vutalmapu conformaban los aillarehue o uniones de tribus.
Los grupos familiares vivían dispersos y separados por considerables distancias que les impedían constituir aldeas o pueblos.
Parlamento Mapuche
El 18 de enero de 1907 fue convocado y celebrado en Coz Coz el último parlamento mapuche destinado a decidir el cacicazgo de las comunidades de “ochenta leguas a la redonda”. En ese momento crucial, las comunidades buscaron discernir las formas de defensa, urgentes, contra los atropellos, matanzas vejaciones producidos desde el asentamiento de chilenos y extranjeros colindantes a las tierras ancestrales de los indígenas. En este contexto surge un periodista, Aurelio Díaz Mesa, nuestro autor, quien llevando a cabo una acritud notable decide registrar el acontecimiento para la posteridad, trabajo del cual el fruto es el presente libro.
Con una narración ágil y crónica comprometida, Díaz Mesa nos ofrece este invaluable testimonio de la situación política y social del pueblo mapuche hacia los principios del siglo XX, donde la exploración y la explotación comercial del sur chileno por parte de colonos, y con la venia cómplice del estado, provoca el desplazamiento y el atropello de las comunidades, las cuales ante la seria amenaza para su coexistencia deciden realizar esta reunión.
Díaz Meza recopila también una serie de testimonios de personalidades mapuche que dan cuenta de los esfuerzos pacíficos que han sido realizados en pos de lograr paliar las vejaciones y los crímenes cometidos por estancieros contra sus tierras ancestrales y contra el pueblo mismo, así conoceremos a personajes como Joaquín Mera, culpable entre otros crímenes del asesinato de Nieves Aiñanco, dueña del fundo Pinco al que paulatinamente Mera incorporó a su territorio, y que ejemplifica la corrupta relación de Chile hacia el pueblo mapuche, la complicidad de la justicia y la total indefensión del pueblo mapuche.
Recientemente, y en conmemoración a los 100 años del encuentro se ha realizado un Nuevo Parlamento de Coz-coz.